Los huevos son uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo. Son uno de los productos básicos de la alimentación equilibrada, pues aportan proteínas de buena calidad y grasas saludables. Su gran versatilidad a la hora de cocinarse es otro de sus puntos a favor, y es que los podemos consumir fritos, escalfados, en tortilla, revueltos... las opciones son infinitas.

Este nutritivo alimento tiene un gran contra, y es su delicadeza a la hora de conservarse. Cualquier mínimo detalle en su conservación puede derivar en una intoxicación alimentaria, por lo que conviene ser muy cuidadosos en este aspecto. La cáscara del huevo está compuesta por minerales, pero también es muy porosa (entre 7.000 y 15.000 poros), lo que convierte al huevo en un alimento muy sensible a las alteraciones del exterior. No te preocupes, para evitar conservar bien los huevos simplemente hay que seguir unas pautas básicas muy sencillas de aplicar.
Los huevos, ¿mejor dentro de la nevera o fuera?
En el supermercado, los huevos se encuentran a temperatura ambiente, pero normalmente los metemos en la nevera cuando llegamos a casa. Si te preguntas cuál es la opción correcta, la respuesta es que ambas opciones están bien. Cuando los alimentos pasan de frío a calor, se suelen condensar gotitas de agua en la superficie, algo que en el caso de los huevos sería peligroso, pues recordemos que su superficie es porosa y eso facilita la contaminación del interior del huevo.

Por ello, los huevos no se refrigeran desde que se recogen hasta que llegan a casa del consumidor, para evitar cambios bruscos de temperatura que pongan en peligro nuestra salud. No pasa nada porque los guardes en la nevera al llegar a casa, pues el paso de temperatura ambiente a frío no causa el mismo efecto que el cambio contrario de temperaturas.
Antes de comprarlos, es recomendable asegurarse que no están rotos ni tienen ninguna fisura en la cáscara. En caso de que así sea, mejor descartar ese envase. Si los vas a conservar en la nevera, debes saber que el peor lugar para hacerlo es la huevera de plástico que hay en la puerta. Recuerda que los huevos son muy sensibles, y esta zona los expone a cambios bruscos de temperatura. Lo mejor es colocarlos en una balda lejos de alimentos con olores muy fuertes. Los mejores sitios son la balda intermedia o la superior, para que no se enfríen demasiado y no les caiga agua ni escarcha. Elijas el lugar que elijas, te recomendamos que no retires su envase original, pues así dispondrás de toda la información relacionada con ese lote de huevos.

Y recuerda: no se deben cascar los huevos en el mismo recipiente donde se van a batir. Tampoco es aconsejable separar las claras de las yemas con la misma cáscara. Estas prácticas pueden dar lugar a graves contaminaciones.