Desmontando mitos sobre la dieta blanda: ni Aquarius, ni fiambre para recuperar el estómago

Cuando llega la temporada de virus, los intestinales son de los que más cogemos. Y una de las dietas que más pauta el médico en este caso es la dieta blanda. ¿Lo hacemos bien? ¿Están las recomendaciones actualizadas?
Desmontando mitos sobre la dieta blanda: ni Aquarius, ni fiambre para recuperar el estómago

La dieta blanda es la dieta terapéutica (un plan de alimentación usado para ayudar a resolver un problema de salud) que los profesionales sanitarios prescriben a un paciente cuando tiene problemas intestinales leves o está en proceso de recuperación de los mismos.

Muchos clásicos de este tipo de dietas han sido durante muchos años el Aquarius como bebida estándar y el fiambre de pavo en la parte sólida. Sin embargo, estas recomendaciones, además de obsoletas, pueden conseguir exactamente lo contrario de lo que se pretende: empeorar el problema estomacal.

Cómo debe ser una dieta blanda

Una dieta blanda está pensada para facilitar el trabajo de la digestión a nuestro cuerpo, para que trabaje lo menos posible y pueda recuperarse de algún problema o enfermedad de tipo digestivo.

Se trata de un plan de alimentación que tiene que pautar un profesional sanitario y que, aunque hay unas recomendaciones generales, debe establecer una dieta personalizada en función del estado del paciente. Generalmente esta dieta empezará en un punto muy estricto, momento en el que solo se podrán comer unos cuantos alimentos, para ir incorporando cada vez más  a medida que el organismo vaya teniendo más tolerancia.

Generalmente la dieta blanda no debería durar más de tres o cuatro días y luego ya ir incorporando progresivamente alimentos. Es un clásico incluir dentro de la dieta blanda alimentos insanos como el Aquarius ("para recuperar las sales minerales") y embutidos sin mucha grasa, como el jamón de york o el fiambre de pavo. Incluso hay quién se viene arriba y mete dentro de la dieta blanda alimentos como las galletas o los bizcochos. Todos ellos lo único que hacen es retrasar la recuperación y evitar que tomemos a alternativas sanas que podrían resultar de mucho más ayuda a nuestro cuerpo.

Esta bebida “isotónica” merece una mención especial, ya que es un clásico entre los clásicos en lo que tiene que ver con dieta blanda y problemas de estómago.uando sufres diarrea, gastroenteritis o vómitos es fundamental evitar la deshidratación. Los expertos suelen recomendar apostar por bebidas que, además de hidratar, ayuden a recuperar los electrolitos que han perdido por el camino.

Fenomenal y ¿por qué esta popular bebida no es recomendable para hidratarse cuando sufrimos procesos intestinales? Pues lo primero, por su alto contenido en azúcar, unos nada despreciables 4,4 gr cada 100 ml, lo que equivale a 6,5 terrones (21 gr) por lata consumida. Esto, además de no ser nada saludable, puede provocar diarrea osmótica, es decir puede hacer que ante una cantidad excesiva de glucosa (azúcar) en el intestino este libere agua para eliminar este compuesto. Por lo que la deshidratación puede ser aún mayor.

Por otro lado, esta bebida proporciona principalmente  sodio, un compuesto que se pierde mediante el sudor. Cuando se sufre diarrea lo que se pierde en mayor medida es potasio. Si a una situación de pérdida de potasio, se añade más cantidad de sodio, el equilibrio entre estos dos compuestos empeora y, por tanto, también lo hace la patología.

¿Cuál es la alternativa para mantenerse hidratado y recuperar los minerales perdidos? Pues la solución es el suero de rehidratación oral que comercializan en la farmacia, que tiene todos los nutrientes que necesitamos recuperar en ese momento, o se puede preparar una limonada alcalina, que es la versión del suero casero que se ha preparado toda la vida en muchas casas.

Pollo a la plancha. Ideal para dieta blanda

Tal y como hemos apuntado, una dieta de este tipo tiene que estar compuesta por alimentos que resulten fáciles de digerir por nuestro estómago. Por eso, las recomendaciones que se suelen pautar no son las mismas que en una dieta saludable.

En este caso lo mejor es apostar por alimentos bajos en fibra y con poca grasa, que no tengan lactosa –al menos al principio- y que no sean irritantes para el estómago –comidas picantes, ácidas, alcohol o café-. También se excluyen alimentos que puedan producir gases. En este caso sí se recomiendan los cereales refinados (a diferencia del resto del tiempo, donde lo mejor son los cereales integrales), el arroz blanco, la pasta, el pan blanco y los alimentos ricos en almidón, como la patata o el boniato, eso sí hervidos o cocinados al horno sin ningún tipo de grasa o especia.

En cuanto al aporte proteico, se recomienda elegir carnes magras, como el pollo o el pavo, y pescados blancos, ambos hervidos o cocinados a la plancha (recuerda: las grasas no son tus amigas). También se puede tomar clara de huevo cocida, la yema es mejor dejarla para cuando se empiece la recuperación. Si queremos tomar legumbres, deben ser sin piel, con lo que puede ser un poco engorro. Como opción vegetal el tofu es la mejor opción, sin especias, condimentos, ni ahumados.

Los lácteos es mejor dejarlos para cuando el estómago esté algo mejor y, para empezar a introducirlos, habría que apostar por los fermentados como el yogur natural sin ningún tipo de endulzante, el queso fresco y dejar la leche (que es más difícil de digerir) para cuando estemos totalmente recuperados.

Lo ideal es tratar de consumir la comida templada, que no esté demasiado fría ni caliente para evitar irritaciones de la mucosa gástrica e intestinal y hacer comidas más pequeñas y más frecuentes masticando muy bien para que la digestión sea lo mejor posible.

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