Parece una tontería, pero freír la comida no es tan sencillo como parece. De hecho, es muy posible que estés cometiendo ciertos errores sin darte cuenta que hacen que tus fritos no queden tan crujientes y sabrosos como deberían. Echar el aceite después de calentar la sartén, dejar que el aceite humee o reutilizarlo demasiadas veces son algunos de ellos (por cierto, si es de girasol, no deberías reutilizarlo nunca).
Al igual que al hacer un guiso es mejor utilizar alimentos de calidad, a la hora de freír sucede exactamente lo mismo. Es recomendable utilizar aceite de oliva en lugar de girasol. Ya no solo por una cuestión de sabor, también por salud. Tener en cuenta la temperatura del aceite también es muy importante si queremos que nos salgan unas patatas fritas o unas croquetas de diez. Si nos pasamos de temperatura las carbonizamos, y si el aceite no está lo suficientemente caliente, lo único que conseguiremos es que absorban toda la grasa y queden blandas.
Bajo ningún concepto dejes que el aceite humee, eso significa que se ha quemado. Si pensabas que era el momento ideal para añadir los alimentos a freír, estás equivocada. Nunca debe utilizarse el aceite quemado. De hecho, si llegas a este punto, lo ideal es que vuelvas a empezar. Por supuesto también es importante destacar que no debemos escatimar en cuanto a las cantidades. El alimento que queramos freír ha de quedar bien cubierto con el aceite de manera que ni siquiera haga falta darle la vuelta. Asimismo ha de estar rodeado de burbujitas, puesto que eso significa que toda la humedad está saliendo y te quedará bien crujiente.
Para conseguir unos fritos crujientes y doraditos también es fundamental tener en cuenta la temperatura del aceite, que ha de ser de entre 160º y 180º. ¿Y cómo saber cuando ha alcanzado esta temperatura si no disponemos de un termómetro? Pues muy sencillo, con estos trucos que te vamos a desvelar a continuación. ¡Toma nota de todos ellos!
- Moja la punta de los dedos en agua y salpica con mucho cuidado sobre el aceite. Si chisporrotea es que está listo.
- Otro truco es cortar un trozo de pan y echarlo al aceite. Cuando empiece a dorarse y veas que se forman pequeñas burbujitas alrededor es que el aceite está listo para ser utilizado.
- Pon en práctica el truco de la cuchara de madera. Basta con introducirla en el aceite y comprobar si comienzan a salir burbujitas alrededor. Si es así, significa que el aceite ya ha alcanzado la temperatura perfecta.
- Echa al aceite un grano de maíz y cuando se convierta en palomita sabrás que ha llegado el momento idóneo para empezar a freír.
- Con un diente de ajo también podrás comprobar la temperatura del aceite. En el momento que comience a dorarse, es el momento de retirarlo y añadir los ingredientes que quieras freír. Con este truco matarás dos pájaros de un tiro, pues de paso aromatizarás los alimentos.