La amplísima oferta gastronómica de Francia hace que la experiencia de sentarse a la mesa sea una parte más del viaje si vamos a cualquiera de sus ciudades. No en vano, su repostería es una de las mejores del mundo, y aunque la joya de la corona son sus fotogénicos macarons y sus deliciosos croissants, el recetario dulce de este país tiene muchísimo más que ofrecer.
"El postre tiene que ser espectacular, porque cuando llega, el gourmet ya no tiene hambre", dijo en una ocasión Alexandre Grimod de la Reyniere, periodista y escritor culinario francés del siglo XIX. Una frase que define a la perfección la esencia de la repostería del país vecino. Sus postres no solo son increíblemente atractivos a la vista sino que presentan una agradable combinación de sabores y texturas que resulta realmente irresistible. Podríamos decir que sus postres son como pequeñitas obras de arte.
Resulta inevitable viajar a París y no recorrerse sus pastelerías en busca del macaron o el croissant perfecto. Una tarea que no nos costará mucho porque están todos buenísimos. La maestría de los franceses a la hora de elaborar postres se refleja también en sus deliciosos eclairs, unos pastelitos alargados rellenos de crema y con una cubierta de chocolate, o en su tarta Mont Blanc a base de castañas. Y si hablamos de pasteles franceses, no podemos obviar su tarta Saint Honoré, una de sus recetas más clásicas, creada en honor al patrón de los pasteleros, San Honorato.
Las crêpes son otro de sus postres estrella. A día de hoy es posible degustarlos en cualquier lugar del planeta y con multitud de ingredientes. Ahora bien, si queremos una crêpe auténtica, nada mejor que decantarse por la crêpe Suzette, receta tradicional de Francia que lleva un relleno de zumo de naranja, mantequilla, azúcar y brandy.
Se te ha hecho la boca agua, ¿verdad? Pues estos son solo algunos de sus dulces manjares, pero en el recetario francés hay lugar para mucho más. ¿Quieres descubrir todo lo que tiene que ofrecerte la repostería del país vecino? No te pierdas nuestra galería.
Eclairs
Que levante la mano quien no se muere de ganas de darle un mordisco al pastelito de la foto. Suaves, tiernos y sumamente adictivos, los eclair están elaborados con pasta choux, una masa bastante ligera hecha con huevos, mantequilla y leche. En su origen estaban rellenos de chocolate o crema pastelera y con cobertura de chocolate, pero a día de hoy los hay de un montón de sabores diferentes.
Tarta Saint Honoré
La tarta Saint Honoré debe su nombre a Honorato de Amiens, patrón de los pasteleros y panaderos. Consiste en una base de pasta quebrada sobre la que se colocan los profiteroles, crema pastelera y caramelo. Un clásico de la repostería francesa que sin duda tienes que probar.
Ispahan
Elegantes y fotogénicos como pocos, los macarons son uno de los dulces más típicos de París. El prestigioso chef Pierre Hermè desarrolló su propia versión con rosas, frambuesas y litchis. El resultado es esta maravilla que nos tiene totalmente conquistadas.
Cannelés
Típicos de Burdeos, los Canelès son unos bizcochitos cuya particularidad es su aspecto cilíndrico con bordes estriados. Este pequeño dulce puede pasar desapercibido ya que no es especialmente atractivo a la vista. No tiene unos colores llamativos ni decoraciones originales, sino que son sencillos y elegantes. No te dejes engañar porque están realmente buenos. La clave es su textura con un exterior caramelizado y un interior suave, y un delicioso aroma a vainilla y ron.
Crème brûlée
Este postre francés similar a la crema catalana es uno de los más irresistibles gracias a su capita crujiente de caramelo. Se cree que el inventor de esta receta fue un cocinero llamado Massialot, que la publicó en 1691. Además de delicioso, este postre es realmente simple en cuanto a sus ingredientes, pues solo se necesitan yemas de huevo, nata, azúcar y canela.
Mille-Feuille
No se sabe a ciencia cierta el origen del milhojas, pero siempre se ha atribuido a la gastronomía francesa. Es uno de sus postres más clásicos y se denomina también Napoleón. Se trata de un pastel con merengue o crema pastelera entre dos capas de hojaldre. Como broche de oro final se espolvorea con azúcar glas y el resultado es este delicioso pastelito que no puede tener mejor pinta.
Mont-Blanc
Aunque su origen en francés, el Mont Blanc también es muy popular en Italia, Japón, Hungría y el noreste de Rumanía. Se denomina así por su similitud en cuanto a la forma con las montañas Mont Blanc. Es un postre sencillo pero con una pinta inmejorable que se elabora con castañas y crema, aunque también hay quien le añade merengue.
París Brest
El recetario dulce francés es mucho más que los típicos macarons y croissants. Otro de sus maravillosos aportes a la repostería es el París Brest, una especie de corona elaborada con masa choux rellena de crema muselina con praliné de avellana. Como toque final se suelen añadir almendras laminadas por encima. ¿Puede tener mejor pinta? Ya estamos haciendo las maletas rumbo París...
Crêpe Suzette
La Crêpe Suzette es la joya de la corona de las crêpes. Es el postre con el que muchos de los comensales allá por el siglo XX terminaban sus banquetes y consiste en unas tortitas de harina, huevo y leche, bañadas con una apetitosa salsa de mantequilla y naranja y flambeadas con licor. ¡Ñam!
Tarta normanda
Tartas de manzana hay muchas, pero ninguna tan especial como la normanda. Es una absoluta delicia elaborada con una masa quebrada crujiente y un relleno de manzanas tiernas aromatizado con licor. Para elaborarla se pochan previamente las manzanas con piel, Calvados y sidra. Este líquido no se tira, sino que se lo beben caliente a modo de acompañamiento.
Croissant
No podíamos hablar de dulces franceses y no mencionar a la joya de la corona: los croissants. Los asociamos a Francia, pero lo cierto es que esta pieza de panadería nació en Viena allá por el siglo XVII. Más tarde, los franceses desarrollaron su versión hojaldrada, la que hoy conocemos.