Esta es la curiosa razón por la que los plátanos que comemos hoy en día no tienen semillas
Si nos fijamos en las frutas que solemos comer, identificaremos fácilmente las semillas; por ejemplo, en las manzanas y las peras se encuentran en forma de pequeñas pepitas, mientras que en otras como los melocotones o las cerezas, se encuentran en el interior de estructuras más duras que llamamos huesos. Pero ¿dónde están las semillas del plátano?

Como sabemos, los frutos son las partes de las plantas donde están alojadas las semillas, que son las estructuras que permiten la reproducción de estos seres vivos. Entre otras cosas, los frutos cumplen la función de proteger esas semillas y ayudar a dispersarlas (ocurre por ejemplo, cuando un animal ingiere los frutos y expulsa las semillas a través de sus deposiciones).
Esto es lo que ocurre con la mayoría de las frutas que conocemos: peras, manzanas, cerezas, melocotones, melones… pero ¿qué ocurre con los plátanos? ¿Dónde están sus semillas? ¿O acaso no las tiene? Y si es así, ¿cómo se reproduce?

¿Frutas 100% naturales?
Si nos fijamos en la publicidad, uno de los reclamos más habituales que se utiliza insistentemente desde hace años es “natural” o “100% natural”. Se hace casi con cualquiera de los productos alimenticios que nos podamos imaginar: leche, yogures, magdalenas, mermeladas y un largo etcétera. Ese término no está definido por la legislación, así que en realidad no significa nada. O mejor dicho, significa lo que cada persona interprete. Normalmente se utiliza para dar a entender que los alimentos que incluyen ese reclamo no contienen aditivos ni sustancias “artificiales” o sintéticas, lo que desliza la idea de que “lo natural” es bueno y “lo artificial” es perjudicial o sospechoso. Todo esto guarda relación también con el resto de los alimentos, incluso con los que no llevan etiquetas, como las frutas, porque al final acabamos asimilando esa idea infundada de que “lo natural” es bueno. Y normalmente entendemos por “natural”, no solo lo que no contiene sustancias “artificiales”, sino también lo que viene de la naturaleza.
Esto es precisamente lo que nos ocurre con las frutas. Habitualmente pensamos que proceden de la naturaleza tal y como las conocemos, y que además siempre han sido así. Salvo con las frutas que nos parecen “artificiales”, como las que resultan insípidas, son demasiado homogéneas o tienen alguna característica “poco natural”: por ejemplo, manzanas, sandías sin semillas o incluso tomates. En estos casos a veces creemos que esas características se deben a que se trata de alimentos “transgénicos”, pero no es así.
En realidad todas las frutas que encontramos en las fruterías han sido modificadas por el ser humano, así que no se encuentran así en la naturaleza. Es decir, no son “naturales”. Esto no es nada extraño ni tampoco debe resultarnos sospechoso o peligroso, ni mucho menos. Es lo que ha hecho el ser humano desde el momento en que comenzó a desarrollar la agricultura, hace más de diez mil años: seleccionar las variedades con características más ventajosas y mezclarlas entre sí para obtener otras nuevas que reúnan todas esas características.
A medida que han avanzado el conocimiento científico y la tecnología, se han ido desarrollando técnicas más depuradas para lograr esos objetivos. Por ejemplo, una de las estrategias que se siguen para ello es la ingeniería genética, es decir, la manipulación dirigida de los genes de los organismos que producen esos alimentos. Esto es lo mismo que se ha hecho siempre, cuando se cruzaba por ejemplo una variedad de naranja con un color atractivo con otra con sabor dulce para obtener una nueva con ambas características: buen color y buen sabor. Solo que la ingeniería genética permite hacerlo de forma mucho más específica.

A pesar de los recelos que suscitan la ingeniería genética y los alimentos transgénicos, hay que aclarar dos cuestiones importantes: la primera es que los alimentos “transgénicos” que están aprobados para el consumo son seguros y la segunda, es que apenas hay alimentos de ese tipo aprobados en Europa. De hecho, es muy muy difícil encontrarlos en las tiendas. Ninguna de las frutas, hortalizas, verduras, etc. que se venden en las fruterías son transgénicas. Todas ellas han sido desarrolladas utilizando técnicas tradicionales, como la selección y la hibridación. Eso sí, ninguna de ellas es igual que su versión original, con la excepción de algunos frutos silvestres (por ejemplo, zarzamoras o frambuesas silvestres, que apenas se venden en tiendas porque lo que se comercializa habitualmente son versiones cultivadas).
Ninguna de las frutas, hortalizas, verduras, etc. que se venden en las fruterías son transgénicas
Con los plátanos ocurre exactamente lo mismo. Las versiones actuales que encontramos en las tiendas distan mucho de sus versiones originales, las bananas silvestres que, entre otras cosas, presentan un tamaño mucho menor, un sabor más dulce y que además contienen semillas en su interior.
¿Cómo se obtienen los plátanos sin semillas?
Los plátanos que comemos hoy en día no contienen semillas porque son triploides, es decir, tienen tres juegos de cromosomas, que son las estructuras que almacenan la información genética, es decir, “el libro de instrucciones” que determina las características de todo ser vivo. Es lo mismo que ocurre en otros frutos sin semillas, como las sandías.
La pregunta es evidente: si no tienen semillas, ¿cómo se reproducen? La respuesta está en los vástagos que brotan de las raíces, que se reciben el nombre de chupones. Son como esquejes a partir de los cuales se pueden obtener nuevas plantas, que son copias exactas de la original. Esto supone una gran ventaja, por la facilidad para obtener nuevas plantas idénticas. Pero también tiene un gran inconveniente y es que, como todas ellas son exactamente iguales, es decir, todas ellas son clones y tienen los mismos genes, son más vulnerables a las enfermedades y las plagas.
En cualquier caso, el hecho de que el plátano se obtenga de este modo no plantea problema alguno para la salud. Los plátanos, como el resto de las frutas que encontramos en el mercado, son seguras y saludables.