Cuando nos toca cuidar de nuestros mayores, la mayor preocupación es vigilar los problemas de salud que puedan surgir. Es lógico preocuparse de su alimentación y de su estado físico en general, pero, en pocas ocasiones, los cuidadores se fijan en cómo se sienten psicológicamente.
Las atenciones siempre están encaminadas en recordar que deben tomarse su medicación, cumplir con las revisiones médicas y vigilar su estado físico de forma general.
Podemos llegar a creer que, a cierta edad, los problemas psicológicos, de los que ahora tanto se habla entre una población más joven, no tienen cabida en la situación de las personas que ya han cumplido los 70. Y la realidad es muy distinta.
Cierto es que los problemas que pueda sufrir una mujer de 75 serán muy diferentes a los de una de 45, pero eso no quiere decir ni que sean menos frecuentes ni mucho menos que sean menos importantes.
Perder calidad de vida
Los problemas psicológicos existen en todas las etapas de la vida y, en todas, tienen sus consecuencias, muchas veces, ligados a los de la propia salud física.
Perder la seguridad en uno mismo, afrontar los cambios físicos o encontrar un nuevo papel en la vida familiar son también algunos de los conflictos que se cuelan en las cabezas de las personas de la tercera edad.
Según afirma la Organización Mundial de la Salud, "más de un 20% de las personas que pasan de los 60 años de edad sufren algún trastorno mental o neural (sin contar los que se manifiestan por cefalea) y el 6,6% de la discapacidad en ese grupo etario se atribuye a trastornos mentales y del sistema nervioso".
¿Cómo te sientes?
Las visitas a los mayores siempre empiezan con un “¿Cómo estás?”. Solemos preguntar si han comido, si han ido al baño, si se han tomado las pastillas que tocaban y si determinada patología o dolor ha empeorado.
Pero no le damos la importancia que requiere a la parte emocional. Según afirma el psiquiatra Manuel Martín Carrasco en este artículo, "los trastornos más comunes son la ansiedad, el deterioro cognitivo y los trastornos del estado de ánimo, como los trastornos depresivos". Para tener una referencia de qué suele afectar a los mayores, repasamos estos problemas más comunes.
Pérdida de autoestima

Esto comienza casi desde el momento en el que llega la jubilación, sobre todo si se trata de profesiones vocacionales, como las de médico o profesor.
Tras dedicar una vida a una tarea, dejar de hacerla puede parecer una liberación, pero no siempre se gestiona de la misma forma. Tarde o temprano aparece la sensación de no sentirse útil, de haber perdido su papel en la sociedad.
Esta confianza en uno mismo también puede verse mermada por el hecho de sufrir una minusvalía o dolencia que impida llevar la rutina como antes. Aquí podemos englobar desde una pequeña cojera tras una caída, no oír bien o no tener la misma fuerza.
En todos estos casos, la persona puede llegar a la falsa creencia de “ya no sirvo para nada”. Por eso, es importante que los mayores siempre tengan su sitio, su tarea, aunque sin llegar a que sea una obligación.
Depresión

Durante años, se creía que la depresión era parte del proceso del envejecimiento, pero no. No la debemos asumir como algo normal y, por supuesto, se debe tratar.
"La depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas de 60 años de edad y mayores", afirman desde la Organización Mundial de la Salud.
En la mayoría de los casos, comienza con una apatía. Algo que se puede confundir con falta de energía. Pero la apatía que se cronifica en el tiempo sin motivo aparente es una depresión.
Trastornos del sueño

El primer punto importante es destacar que, a medida que se cumplen años, se necesitan menos horas de sueño. Si a esto le sumamos que, a cierta edad, no se realiza el mismo ejercicio físico, podemos llegar fácil a la conclusión de que una persona mayor ya no necesita dormir esas ocho horas que tanto se recomiendan.
Aun así, este punto es algo que suele preocupar mucho y que, a su vez, produce un malestar que impide lograr un sueño reparador. En definitiva, una pescadilla que se muerde la cola.
Cansarse en el mejor remedio ante la falta de sueño. Siempre dentro de las posibilidades de cada uno. Y, por supuesto, consultar a un especialista si la falta de sueño repercute en la calidad de vida.
Estrés y ansiedad

Es fácil creer que se trata de problemas relacionados con la gente más joven, pero no hay edad que se libre de este lastre de nuestra época.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, "los trastornos de ansiedad afectan al 3,8% de la población de edad mayor". Las personas mayores son más vulnerables en todos los sentidos y pueden verse sobrepasadas por los problemas del día a día.
Desde una avería en el hogar hasta la preocupación por la situación de un familiar (un hijo en paro o en proceso de separación, un nieto enfermo, una hermana más mayor que no tiene ayuda...). Banalizar sus sentimientos no ayuda, pero tampoco echarse a la espada esos problemas ajenos.
Al igual que en el resto de los casos, la ayuda de un profesional puede ser la mejor solución o, al menos, quien guíe el camino para controlar la situación.
"Un estilo de vida saludable, un medio ambiente seguro y coherente, la participación activa dentro de la sociedad y la comunidad, son importantes factores protectores del bienestar mental en la edad avanzada", asegura el afirma el psiquiatra Manuel Martín Carrasco en este artículo.