A veces, cuando queremos bajar de peso, necesitamos ciertas ayudas extra que nos faciliten no solo conseguir nuestros objetivos, sino el día a día de la dieta.
Estos trucos de la doctora Teresa Barahona, nutricionista experta en antiedad, te irán muy bien. Toma nota.
¡A la vista!

“Si te has propuesto adelgazar, ayúdate con señales visuales que te lo recuerden”, dice la doctora María Teresa Barahona, experta en nutrición.
Anota, por ejemplo, los kilos que deseas adelgazar o bien las calorías que no has de sobrepasar al día y ponlo en la puerta de la nevera.
Cada vez que la abras, léelo. Así facilitas que tu mente y memoria, y con ellas tu organismo, se involucren en tu dieta.
Ejercicio cada día

Media hora de actividad es más que suficiente cuando se lleva una dieta baja en grasas e hidratos.
Ve caminando a tu trabajo, sube y baja las escaleras: tu cuerpo quemará más calorías incluso en reposo.
Toma té verde

Según diferentes investigaciones, entre ellos una del British Journal of Nutrition, el poliphenol EGCG que contiene el té verde ayuda a quemar grasa. Tómalo como tentempié.
Más proteínas

Sin llegar a hacerla hiperproteinada, que afectaría a tu hígado y riñones (los expondrían a un sobreesfuerzo), aumentar un poco las proteínas en cada comida acelera el metabolismo y, así, lo que quema el cuerpo.
Descansa entre platos

Dejar pasar unos cuantos minutos, de dos a cinco, entre plato y plato nos relaja y se ha comprobado que facilita que comamos menos (unas 300 calorías), ya que así damos tiempo a que la señal de saciedad llegue a nuestro cerebro (tarda una media hora).
Legumbres, sí

Son saciantes y poco indigestas (prepáralas en ensaladas con verduras crudas o al vapor.Nunca con proteínas, ellas ya tienen. Te aportarán energía para todo el día por pocas calorías (200 cal/100 g). ¡Consúmelas al mediodía!
Más agua

Dos litros al día son unos 8 vasos de agua diarios. Nuestro cuerpo es casi en un 70-80% agua que utiliza para cumplir todas sus funciones, con lo que hay que reponerla. Por otra parte, ayuda a acabar con el ‘hambre irreal’: te sentirás saciada y no picarás.
Protege tu flora intestinal

Cada vez son más los estudios que vinculan las bacterias de nuestro organismo con la obesidad.
En estado de buena salud, los microorganismos intestinales están en equilibrio (hay más bacterias amigas o buenas que malas) y esto ayuda a que la digestión sea ágil, se aprovechen todos los nutrientes y no se acumule grasa.
Toma lácteos con bífidos cada día, kéfir, alcachofas, espinacas o espárragos.
En un restaurante...

Si no te queda más remedio que acudir a uno, elige un primero de verduras y un segundo de pescado a la plancha.
No prescindas del pan, pero come la mitad del que te sirvan. ¡Cuidado con el vino! Cada copa son 100 calorías gratuitas que tu organismo no necesita.
Alimentos procesados

Evítalos siempre que puedas, ya que muchos de sus aditivos cumplen la función de ‘incentivar el apetito’, de que no nos saciemos y podemos comer más de lo que nos conviene.
Evita, sobre todo, los que contengan jarabe de maíz rico en fructosa. ¿El motivo? Dispara el índice glucémico (la rapidez con la que los alimentos suben el azúcar en sangre y hace que engordemos).
Come en una mesa bonita

"¿Qué sensación tienes frente a la mesa de un restaurante? Seguro que te encanta ver lo decorada y en armonía que está. Pues sigue esa norma de etiqueta (poner todo bonito, de forma elegante y estimulante) en casa. Está comprobado que sentarse a una mesa arreglada nos incita a comer más despacio y a no engullir", asegura la experta.